EL SIGLO XVIII
La historia de Menorca tiene su etapa mas turbulenta a lo largo del Siglo XVIII cuando la isla era una pieza codiciada en el juego de ajedrez en el que se había convertido el Mediterraneo. El puerto de Mahón era una plaza estratégica por su situación y capacidad de resguardar flotas enteras en caso de necesidad, y británicos, franceses y españoles se disputaban su propiedad.
El tratado de Utrecht, firmado en 1713 legitimó la primera dominación británica que duró hasta 1755. El primer gobernador británico fue John Campbell, Duque de Argyll, importante figura en la historia de Inglaterra. El segundo fué el irlandés Richard Kane, reconocido por el pueblo menorquín por sus mejoras en la agricultura y las infraestructuras de la isla.
En una brillante acción militar Francia se adueñó de Menorca en 1755, lo que motivó la ejecución del Almirante Byng. Es el único almirante de la \\\'Royal Navy\\\' que tuvo ese deshonor y que demuestra lo importante que era nuestra isla para el Imperio Británico. Sin embargo, los británicos reconquistaron Menorca en 1763 en un momento de máxima tensión internacional. La isla mejoró mucho con las dominaciones extranjeras y se desarrollaron actividades como el comercio y el corso.
Después de una breve dominación española, los británicos de nuevo conquistaron la isla, y aunque nuevamente pasó a los pocos años a la soberanía española, fue en esta época cuando el Almirante Lord Collingwood -que desde la muerte de Nelson en Trafalgar comandaba la escuadra británica en el Mediterraneo- se instaló en la casa que hoy es nuestro establecimiento y que lleva en su honor el nombre de Hotel del Almirante.
Durante cinco años el Almirante ejerció con eficacia su cometido impidiendo a la flota francesa abordar las costas peninsulares y el Archipielago Balear hasta que finalmente falleció en aguas menorquinas.
En el Reino Unido se le considera un Héroe Nacional, aunque su figura aparece siempre en un discreto segundo plano un poco oculta por la veneración que se le tiene al Almirante Nelson, su colega y antecesor. Sin embargo sus restos reposan también en las criptas de la Catedral de Saint Paul, en Londres.